Tan ave y tan poco rapaz.
Tan despierta y tan nocturna.
Tan mujer, tan utópicamente libre, que,
aunque un ancla la amarre al suelo
y la devuelva a esa lluvia ácida de segundos,
no puede resistir esas ganas de echar a correr
por encima de las nubes,
y se olvida.
Por que eres rebeldía pura,
que se ahoga en ríos de locura
y se asfixia con su propio oxígeno.
Eres amante y diamante en bruto,
eres lágrima y eres cerilla,
Una expresión fría y cercana,
pequeña musa presa, eres ética,
eres poema.
Y aunque a veces, amapola, se te olvide,
eres lucha y eres sueño.
Eres madre con olor a tierra húmeda,
eres camino, cielo, luna. Eres tesoro.
Sutil cazadora, al hambre seduces.
No desistas. La mujer es dueña, y,
en frenéticos descuidos, la mujer, simplemente,
es.

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