La cabeza nublada.
La vista borrosa, se estanca en cámara lenta.
De la boca, cuelgan mariposas.
La luz se torna fría y azul...
La piel frágil, se rompe con el roce del vestido blanco.
Empieza desde los pies a envolverte la verde hiedra, despacio,
Sombras de pájaros en el suelo.
El viento se para, ya no absorbe las gotas del rocío, ni el humo, ni las lágrimas,
La alegría se desvanece con el calor de una vela.
Y allá arriba lo ves,
el dulce cementerio de pensamientos ahorcados.

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