La humanidad me cansa,
suelen vivir con la culpa en los labios, mas saben que, las palabras con sabor a sal, son las que curan (aunque también escuecen).
A veces me gana el lobo.
Soy nocturna, y como todos los artistas lo soy por (y para) la luna. Tengo esa extraña sensación de libertad al no pertenecer (a ningún lugar, a todas partes), de balancearme incivil con la mirada (esperanzadoramente) salvaje, por una vida de cien años reducida a treinta segundos, (como pasa con los recuerdos) y que, a pesar de esta hipérbole, mi alma aún sigue siendo de leche.
Sheila Uve.

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