El planeta se proclama vencedor con su corona de laurel,
aunque a veces, llora tormentas.
Las heridas brotan y crecen selvas.
De lejos se empieza a oír, el crujir de las ramas que los lobos pisan.
Entre tenues aullidos y reverencias,
la luna llena.
Del camino recto sigo una curva.
Espiral.
Dentro de mi camisa de fuerzas hay un lugar donde reina la cordura.
Después del desprendimiento del alma, el cerebro nota una sacudida, como el aleteo de una mariposa buscando suculento néctar.
Morfeo ya no me mira, me voy a mi mundo, me voy a los bosques con mi edredón de musgo.
Sheila Uve

No hay comentarios:
Publicar un comentario